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MAS ALLA DEL SUR: ANTARTIDA !!!
Blog de guillermo63

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20 de Abril, 2009 · General

PROGRAMACION DEL 18 DE ABRIL - LAS HEROINAS DE MATIENZO





SALUDO DE MARINA CURCI PARA EL PROGRAMA "MAS ALLA DEL SUR":

Hola Gente de Mas allá del sur!!!
Al fin puedo escuchar el programa!
Estoy aqui en casa con la compu escuchando a Alicia, muchas FELICITACIONES para todas ellas!!!
y Felicitaciones a ustedes por el programa!!!
Un abrazo gigante a todos los ANTÁRTICOS!!!
Marina


Marina CURCI

Nace el 5 de julio  en Buenos Aires.
Egresa en 1995 de la escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.
Frecuenta los talleres de Beatriz Varela Freire, Verónica del Giúdice, Mónica Marcovich, Maria Licciardo y Asociación M.E.E.B.A.
Desde 1997 hasta el 2001 estudia dibujo y pintura con el maestroGuillermo Roux. Desde 1990 participa de numerosos concursos y muestrascolectivas.

Pintora antártica Marina Curci, escribe Laura Malosetti Costa


La Antártida según Marina Curci

...Aquíen esta latitud (77º) todo el día es de día, el sol siempre está allíarriba, lo único que sucede es que hace un arco por sobre nosotros. Seacerca levemente al horizonte, pero como jugando no lo llega ni atocar, rebota nuevamente para elevarse otra vez y recomenzar su danzasemicircular sobre nuestras cabezas.

Ya hace 25 días que no veo la noche…
” Marina Curci enero de 2006

Unlugar desconocido para la inmensa mayoría de los seres humanos. No sólodesconocido sino difícil, casi imposible, de imaginar. No hay vivenciasequiparables a la experiencia antártica (dicen los que fueron). Eltiempo y el espacio, naturaleza y cultura, tienen allí unas coordenadasdiferentes a las que se experimentan en todos los lugares habitablesdel planeta, sean cuales fueren.

Marina Curci viajó a laAntártida a bordo del rompehielos Almirante Irízar en 2006. Llegó a laAntártida luego de un largo período de trabajo y reflexión sobre lanaturaleza, el paisaje y su punto de vista como espectadora primero,luego como constructora de paisajes.

La cuestión de lainmensidad ha sido una perspectiva central en su aproximación alpaisaje. Primero fue la pampa, el “desierto” que llegaba hasta lavereda de su casa suburbana, que pugnaba por hacerse visible desdeabajo del asfalto y las baldosas en la presencia – mínima, casiimperceptible – de los yuyos y pequeñas hierbas “indeseadas” en lasveredas y jardines.

Desde ese lugar de reflexión se dispuso aencarar su experiencia en la Antártida, el mítico continente de hielo,sabiendo de antemano que enfrentaría una naturaleza por completo nueva,como un desafío a sus posibilidades de representar y de construir, apartir de su experiencia, un paisaje.  ¿Cuál era su expectativa? Unviaje a  la Antártida se intuye como una experiencia decisiva, suponeenfrentar una relación desconocida con la naturaleza. Tal vez tambiénun viaje interior, al fondo de las posibilidades de vivir y comprenderesos procesos de acomodamiento a un entorno que impone unas reglasinexorables. El desafío  del regreso sería lograr transmitir en supintura algo medular de esa experiencia, algo que pudiera suscitar enel espectador algo más que la traducción de esa naturaleza desconocidaa unos términos y parámetros conocidos. Sin embargo nada fue comoesperaba, la dimensión de su extrañamiento fue desbordante.

MarinaCurci llevó un registro minucioso de todas las instancias del viaje.Escribió, dibujó, fotografió, pintó. Aquí se exhibe una meditadaselección de las imágenes que – a la manera de un diario – fueronhechas durante el viaje. Y con todo ese material trabaja, desde hacemás de un año en su estudio, en una búsqueda interminable de lasdimensiones profundas del cambio que la experiencia antártica operó enella.

A lo largo del viaje hubo un proceso de reacomodamiento,que podría pensarse como un cambio paulatino en la ecuacióncultura/naturaleza. Al principio su respuesta casi instintiva a lainmensidad oceánica fue concentrarse en la cultura que la contenía anteel abismo. Se dedicó a dibujar su entorno inmediato: el barco, elpuente de mando, las máquinas, el universo cerrado de ese barco que eracomo una ciudad flotante, con sus códigos de convivencia, sus reglas ysu rutina.

Dice Marina que le costó mucho elaborar un sistema derepresentación de aquello que la rodeaba más allá de los confines delbarco. Cómo sintetizar en el dibujo, cómo traducir en términosplásticos esa experiencia totalmente nueva. El color, el espacio, losvolúmenes, pero también el clima, el tiempo de la acción, eran algoabsolutamente nuevo, sin parámetros de comparación con lo vivido hastaentonces. “Por ejemplo – dice – no tenía la posibilidad de pararme acontemplar belleza ni a reflexionar. No podés quedarte ahí parada. Todoes movimiento.”  La acuarela se congelaba en el pincel. Ha dejado enmuchos de sus dibujos el rastro de esas cristalizaciones de losmateriales. Se congelaban también las manos, los pies. El clima impusosu ritmo a los dibujos. Trazos rápidos, una gran concentración, labúsqueda de lugares donde anclar un centro para la mirada. ¿Qué esfigura y qué es fondo? ¿Cómo medir la distancia? ¿Luz y sombra? ¿Quésintetizar? Nada de lo aprendido y practicado hasta entonces parecióútil. Dedicó sus días a dibujar a un ritmo frenético, sin darse tiempopara pensar y aplicar alguna de las convenciones que llevaba de suexperiencia paisajística previa.

La Antártida para ella, desdeel momento de su partida hasta hoy, significa un lento y paulatinodesmantelamiento de todas sus certezas aprendidas. Fue, en últimainstancia, un viaje de alejamiento progresivo de las reglas de lamímesis en su relación con la naturaleza. De las salas de máquinas alinterior oscuro de los témpanos. De la rasgadura mínima de una grietaen el hielo al despliegue de las infinitas gradaciones de azules en suexperiencia de lo sublime polar.

“Aprendés otras maneras de verla naturaleza y entendés que todas son pasionales. – dice – Tenés lasensación de entender el mundo a partir de esas imágenes tan fuertes ypoderosas, siempre en movimiento.”

Los materiales: lospigmentos, papeles, la técnica, tienen un protagonismo especial en laobra de Marina Curci. Fabrica sus pinturas y elige cuidadosamente lossoportes. Los dibujos y bocetos que realizó durante el viajesignificaron también un giro en ese sentido. Más que superponerpigmentos y trazos sobre el soporte, su vivencia fue la de estardesagregando, como escarbando en el hielo. Encontraba que elprotagonista comenzaba a ser el papel, que dejaba de ser base de larepresentación para ser el tema principal, la presencia más importante.Descubrió cómo se congela y se descongela la acuarela, aprendió adibujar con unos guantes enormes, a trabajar en tensión, velozmente yen interacción con esa naturaleza que imponía férreamente sus ritmos.

Unaartista reflexiva, minuciosa hasta rozar la obsesión, se encontró sinposibilidades de preguntarse nada a la hora de plasmar lo que veía. Nopudo organizar de un modo racional ni siquiera afectivo el impacto queese mundo produjo en ella. Dibujó frenéticamente sin detenerse ahacerse preguntas. Se dedicó a vivir el espacio y procuró dejarsellevar por la fuerza que la impulsaba a una práctica casi automáticadel dibujo. A su regreso vendrían el tiempo y la calma para procesar ese caos de sensaciones. La prioridad fue capturar aquello que nuncamás tendría, el instante del encuentro.

Al regreso, otra vez enel ámbito reposado del taller, la artista ha comenzado otro viaje. Unviaje que la lleva a una nueva relación con la pintura. Trabajasuperponiendo capas de pigmento y veladuras que dan a sus telas unaextraña densidad. Hay abismos en esas telas donde es posible hundirse.De la Antártida trajo una vibración emocional que la alejó de lafiguración. Desapareció en sus últimas telas el horizonte que laobsesionaba para dar lugar al abismo total, el paredón de hielo apareceinfinito en sus trípticos inmensos, donde todo es abismo, en azules ynegros profundos. Ha hecho también otras series de cuadros casiblancos, casi vacíos. Hay allí  un despojamiento paulatino, uncrescendo del silencio. Esas series plantean también una ruptura de loslímites del cuadro. Ninguno termina siendo un cosmos ordenado en símismo sino que continúa en los otros, siguiendo el vértigo de esainmersión en una renovada experiencia de lo sublime. Algo que parecíadifícil de imaginar en este fatigado planeta. 

Laura Malosetti Costa





publicado por guillermo63 a las 00:35 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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